sábado, 3 de diciembre de 2016

Paralelepípedo: A veces puedo verme en ti cuando hago ecuaciones.

Lita Cabellut

Creí ser inteligente precipitándome sobre la esfera
el mundo es perfecto 
una esfera perfecta
una retina 
el agujero del volcán a punto de explotar
la manzana sin caer
ese niño que traza trescientos sesentas grados sobre el papel
el sol completo sobre el mar
el alma llorando
la lluvia cayendo
quería decir el aullido redondo
Lita Cabellut
la fatalidad sobre la espalda
el sonido del rap a través de la noche
una taza de café
los ojos cansados mirando la desilusión
el sufrimiento en la intemperie
las voces que se pierden entre las hojas secas del bosque
la rueda oxidada de aquel parque
la gota que cayó en la acera justo cuando se la llevaban
el mundo que gira
el compás del chico que dibuja
el rostro del que reconoce el sufrimiento
Lita Cabellut
el retorno que empieza en el cuerpo
la luna grande encima de la verja
el grito de los grillos que sólo pueden cantar
y la lluvia que sigue cayendo en la calle
entre las ruedas del camión
y la boca abierta alucinada
y el aro gigante que rueda multicolor cuando la eternidad del sufrimiento sucede
y la ilusión que es redonda porque siempre regresa intacta
para otros
la boca de la barquilla helada
el hueco de tu corazón que estremece la luna redonda sobre el mar lejano.

Violonchelo en la noche raída: Ya no soy. Un fantasma ha carcomido mi cuerpo.



Me duelen las muñecas
de niño era duende
irreconocible
aquí estoy con mis ojeras de toys
con mis rodilleras de mariposa

no puedes remendarme
amo esta rotura
que la cigüeña te libere
enséñame a navegar por las ligeras aguas de la libertad

cuando tenía consciencia mis pechos aún no crecían
entonces era Adán
un puberto en la selva del conocimiento y la belleza
quería delinear mi masculinidad con pintura roja
pero mis manos no eran suficientemente diestras
solo pude alzar la piedra
el cobalto hasta tus ojos claros
bañar mi cuerpo con partituras de vómitos
mi sexo siempre estuvo atado a la literatura
al deseo del otro

tus besos fueron el perfume salvaje de una adolescencia permeable
el saberse solitaria entre sonrisas blancas esculpidas en la noche
la caparazón adversa
te amaba ya
con tus libros en la cabeza
pero habían mariposas en la piscina
y agua en el fondo del mar
no me reconocerás hoy
soy Adán
un hombre que recuerda quién eres.


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