martes, 25 de noviembre de 2014

CANDY CRUSH SAGA

A: Cristina Peri Rossi



Te escribo pequeños mensajes
que envío en una botella postmoderna
con solo presionar send
y viaja a través de la red
mar de hilos
cuerdas
alambres
y fibras sintéticas


quiero verte, te digo        
viajaría por ti
traspasando mi miedo

aunque
-poenam Tántali pati-
          tú no contestas

entre tú y yo
pantallas planas
el titilar del cursor en una habitación a oscuras
la pregunta que viaja a través de la red
¿puedo verte?
que es igual que preguntar
si puedo
besarte
quemarte
como a las páginas de un libro
que amo
      no sé si piensas en mí
no sé si te preguntas
no sé si sueñas
conmigo
porque mi sueño es la dársena
donde tu cuerpo se desnuda
del tiempo
y a cada lado
de la pantalla plana
donde mis senos empiezan a caer
demostrando la verdad de una teoría
y el apetito es tan grande
que empiezo a traducir signos
nos separa lo mismo que nos une
              las palabras

Pero tú solo me invitas a jugar candy crush saga   
-ludópata-
y no sé
si es un coitus reservatus
-como diría Roland Barthes-
o solo el triste producto
de la contingencia.



lunes, 24 de noviembre de 2014

ARQUITECTURA DEL DESEO

Cada día devoraba mis ojos. Sus manos quiméricas tornaban las sombras de la noche en espectros. Yo estaba plantada cerca de sus senos, a su espalda, me movía voraz alrededor, latiendo, asustada, sedienta de lo que brotaba de ella como una fuente. Fingía perseguirla, conocerla, huidiza, sus manos resbalaban en la pintura de mi cuerpo, ingrata, para huir otra vez y justo ahí donde la fusión no era posible, en ese punto absoluto, regresaba a mí en forma de pantera, arrullando mis espasmos. Entonces la noche se confundía con el día de sus pupilas, en un estallido sin nombre, colmado por el silencio de ser tragada enteramente. Sobre mis huesos, su cintura era una cadena cruda, invisible, terrosa, lodo de una tierra perdida, libre, elemental. Aquí era allá, extenuada, su palabra era mi fuente y obligada a vagar en la miel de su canto, cambiaba de forma, fui pez y consuelo, una araña suave tejiendo hilos incalculables que nos ataban al zumbido de las embestidas en un aire viciado de deseo. Condenada, era agua de su efluvio secreto que me alimentaba, giro sempiterno de vida y muerte. Bailaba al ritmo de su cítara, en las noches de lluvia, entonces iba al encuentro de su sombra, que me llamaba silente por nombres antiguos. Y en los acordes multiformes, con lengua austera, cifraba poemas rehaciendo la arquitectura quimérica de cada entidad que discurría en la tierra.














Su boca emitía sustancias sutilísimas, que provocaban la vida de las raíces, y ya en la tierra, también renacía como un árbol empinado, buscado otra vez su luz. Amarla era evocar elementos desconocidos y sorberlos todos al mismo tiempo, sin tregua.

Quería safarme de aquel rictus nocturno, despertar sin la invasión de su mirada, de su ser inquisitivo, parénquima, pero cada contacto suyo era una trasliteración para recuperar la palabra original que me define. Aquello era una forma de rapto esencial: me había convertido en una sustancia segunda suya, la totalidad de las diferentes sustancias que ahora la componían.

QUÉ SUCEDE

  A Josephine, mi otredad Qué sucede cuando sientes una conexión tan intensa que el otro se va, cuando se sienten los corazones latir en las...