viernes, 13 de junio de 2014

Nina Simone- I Put Spell On You




A ti, que aún no sabes quién eres: 

La noche hoy puede ser tan corta o tan larga como decidas que sea, a veces la noche solo es, pero hoy la noche es algo más...y mientras escuchas esta voz que te insta y la vida empieza por difuminarse y antes que desaparezcas por completo y tu sangre sea un río blando corriendo por las entrañas de la tierra, espero que leas ésto:

AFTER SUCH PLEASURES



Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.




Julio Cortázar




Andy Duran y su Latin Jazz Band - ¿Qué te pedí?





Fue en Juan Sebastián Bar, un poco antes de salir a la fuerza, y que un militar mentara mi madre después de bendecir un poco la suya, porque bailé a rabiar sola, sola como una loca en medio de una plaza. Y un poco antes que el ron selecto y el arrabal de la noche me embriagaran, y te sacara a bailar en medio de partidarios de una democracia derruida entre alcoholes e historia. Afuera, más tarde, difuminada y clara, como la luna cayendo por las calles enloquecidas. Sólo así te quise.


A veces en la noche más corta del siglo, regreso a reunirme con mis fantasmas y regresas también tú, como el fantasma de Blok en un verso de Marina Tsvetáieva. Pero simplemente, a veces nada es suficientemente fuerte para recuperar el amor de lo muerto.

ÁRBOL DE LA TOTALIDAD ANALÍTICA


Recurro a ti
y
otra vez te amo

Cristina no previó
que mientras tomabas fotos
de mi bello púbico
y las estatuas de Marx sonreían en las plazas
las librerías extrañaban tus gestos
tu dedo en mi espalda

Otra vez
esta noche
quizás
te amo
entre Budha y tú
dos cervezas  un té  un tai chi a la orilla del mundo

dos cervezas más    pato laquedado en "El Palmar"
dos cervezas y tus labios
dos cervezas y el peregrinaje a tu oscuridad recién hecha
exploración de caderas rocosas
mar de lamentos en tus ojos cerrados
la nada con sus juguetes amorosos
nos tiende la trampa

Esta noche Cristina nos olvidó en sus poemas
“nada dice nada acerca del amor”
“un travesti se pasea, pide fuego”-Cristina Peri Rossi-
 
Nada dice nada sobre ti
y tu arritmia después de hacer el amor
después de estar con otra
con tus labios de ópalo
nada dice nada después

y en la noche siempre alguien pide fuego
y en el amor siempre alguien quiere fuego

Cristina me olvidó
como un dios solo puede olvidar

y otra vez te amo
en mi sangre  
con salvaje desesperación

otra vez 
te amo.


A.R.

miércoles, 11 de junio de 2014

Este poema impactó mi forma de comprender y aproximarme a la cotidianidad cuando estamos en Amor. El Amor nos salva de todo, de las salvajes guerras, del exterminio, de la violencia, porque estamos sumidos en el otro, fusionados con el otro, a través del cual únicamente miramos al mundo, escuchamos al mundo y vivimos en el mundo. Este acto de perderse de sí mismo, esta nueva y ambigua exploración es también reconocer todo lo demás de un modo sublime.

<<ONCE DE SEPTIEMBRE>>

                                                                    CRISTINA PERI ROSSI












El once de septiembre del dos mil uno
mientras las Torres Gemelas caían,
yo estaba haciendo el amor. 


El once de septiembre del año dos mil uno
a las tres de la tarde, hora de España,
un avión se estrellaba en Nueva York,
y yo gozaba haciendo el amor.
Los agoreros hablaban del fin de una civilización
pero yo hacía el amor.
Los apocalípticos pronosticaban la guerra santa,
pero yo fornicaba hasta morir
–si hay que morir, que sea de exaltación–.

El once de septiembre del año dos mil uno
un segundo avión se precipitó sobre Nueva York
en el momento justo en que yo caía sobre ti
como un cuerpo lanzado desde el espacio
me precipitaba sobre tus nalgas
nadaba entre tus zumos
aterrizaba en tus entrañas
y vísceras cualesquiera.
Y mientras otro avión volaba sobre Washington
con propósitos siniestros
yo hacía el amor en tierra
–cuatro de la tarde, hora de España–
devoraba tus pechos tu pubis tus flancos
hurí que la vida me ha concedido
sin necesidad de matar a nadie.

Nos amábamos tierna apasionadamente
en el Edén de la cama
–territorio sin banderas, sin fronteras,
sin límites, geografía de sueños,
isla robada a la cotidianidad, a los mapas
al patriarcado y a los derechos hereditarios–
sin escuchar la radio
ni el televisor
sin oír a los vecinos
escuchando sólo nuestros ayes
pero habíamos olvidado apagar el móvil
ese apéndice ortopédico.
Cuando sonó, alguien me dijo: Nueva York se cae
ha comenzado la guerra santa
y yo, babeante de tus zumos interiores
no le hice el menor caso,
desconecté el móvil
miles de muertos, alcancé a oír,
pero yo estaba bien viva,
muy viva fornicando.
“¿Qué ha sido?”, preguntaste,
los senos colgando como ubres hinchadas.
“Creo que Nueva York se hunde”, murmuré,
comiéndome tu lóbulo derecho.
“Es una pena”, contestaste
mientras me chupabas succionabas
mis labios inferiores.
Y no encendimos el televisor
ni la radio el resto del día,
de modo que no tendremos nada que contar
a nuestros descendientes
cuando nos pregunten
qué estábamos haciendo
el once de septiembre del año dos mil uno,
cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York.





QUÉ SUCEDE

  A Josephine, mi otredad Qué sucede cuando sientes una conexión tan intensa que el otro se va, cuando se sienten los corazones latir en las...