HEROÍNAS DE ACETATO: Son perfectamente dibujables, recortables. No se paran en las vitrinas a ver vestidos de flores y pájaros. Prefieren el olor intoxicado de un libro usado. Buscadoras eternas de la imagen que las redima de la realidad común. Poetas de juegos violentos, placeres de bancos y aves rapaces, del día feliz de la gallina, donde canta. Heroína o no, mujer o no, le gusta levitar encima de una buena frase.
Las poetas que quiero
no tienen nombre visible
alguna vez circundaron un café
dijeron una hermosa frase a mitad del sueño
y sus ojos se quemaron en la fotografía
cuando buscaban a Pizarnik
en los manicomios de París
40 años después de su muerte.
Las poetas que quiero
no viven más
en los jardines de la universidad
no beben mate
ILSE BING |
ni fuman desesperadamente
las tardes de agosto
dejaron de creer
en el arte de las panaderías
del siglo 21
donde ya no se fuma
ya no se escribe
ya no se habla
de la forma estetizante de la mosca
en el fondo de un café expreso.
Las poetas que quiero
quedaron prendadas de alguna imagen
heredaron el terror del sigilo
y prefirieron a la vejez pausada
morir como Aquiles.
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