Simplemente yo te cortaba. No sabía
hacer el amor. Las flores continuaban creciendo desde el piso de abajo. Vendame con tus manos. No era suficiente chupar tu clítoris, delicadamente, dulcemente. Las flores se enredaban a la ventana. Besar tu retrato. Pasan ferias de libros, exposiciones, ventas de garage. Creía rebelarme a través del callado orgasmo. La lluvia hacía crecer las flores, olía a muerte, dulcemente. Tus dientes, tu saliva, el dolor de tu vientre, la axila derecha, los vellos creciendo hacia tus piernas: describía de memoria el recorrido de la caricia. Sigo: tu teta suave, el lunar en tu cadera, tu cadera, las uñas sin cortar, la pierna, la hoja de tu pierna, mi estómago en tu brazo, mi pierna enredada a tu muslo erizado. Te cortaba y escribía encima de la cama, en los closet, en los baños vacíos y húmedos, en los comedores sin hambre. No quise viajar, caminar y la lluvia se quejaba en la noche, no quería oírla. Vendame con tu cuerpo, este cuerpo frío, que ya no tiene madre, ya no tiene vientre acuoso (lugar del mundo y del cuerpo). Y las flores crecían detrás de los edificios, desde abajo, en las ventanas de los pisos y el tiempo era el tiempo, nada más. Me levanto tosca no encuentro mis límites creo que hoy no es posible inventar tu presencia, tu difusión tus cosas
miércoles, 20 de mayo de 2015
LAS FLORES EN TU RETRATO
Simplemente yo te cortaba. No sabía
hacer el amor. Las flores continuaban creciendo desde el piso de abajo. Vendame con tus manos. No era suficiente chupar tu clítoris, delicadamente, dulcemente. Las flores se enredaban a la ventana. Besar tu retrato. Pasan ferias de libros, exposiciones, ventas de garage. Creía rebelarme a través del callado orgasmo. La lluvia hacía crecer las flores, olía a muerte, dulcemente. Tus dientes, tu saliva, el dolor de tu vientre, la axila derecha, los vellos creciendo hacia tus piernas: describía de memoria el recorrido de la caricia. Sigo: tu teta suave, el lunar en tu cadera, tu cadera, las uñas sin cortar, la pierna, la hoja de tu pierna, mi estómago en tu brazo, mi pierna enredada a tu muslo erizado. Te cortaba y escribía encima de la cama, en los closet, en los baños vacíos y húmedos, en los comedores sin hambre. No quise viajar, caminar y la lluvia se quejaba en la noche, no quería oírla. Vendame con tu cuerpo, este cuerpo frío, que ya no tiene madre, ya no tiene vientre acuoso (lugar del mundo y del cuerpo). Y las flores crecían detrás de los edificios, desde abajo, en las ventanas de los pisos y el tiempo era el tiempo, nada más.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
QUÉ SUCEDE
A Josephine, mi otredad Qué sucede cuando sientes una conexión tan intensa que el otro se va, cuando se sienten los corazones latir en las...
-
Aún hoy leer a Julio Cortázar, Roberto Bolaño -cuya prosa es parecida a estar recorriendo el desierto de Sonora en un Maverik- y otros lat...
-
Amé con la punta del pulgar en lugares imposibles en cada ciudad detrás de casetas telefónicas en puentes y ríos sagrados ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario