Esta noche yacen en el fondo de la memoria de vino, exequias de lo que fui: paisajes adustos, calles solas, parques sin columpios, cervezas sin amigos, borracheras de amor que terminaron en vómito y en un a solas profundo, ciudades frías de países extraños donde buscaba tu señal o tu olor, camas de hostales con baños en el patio obscuro. Fui tantas cosas y tan poco. Fui una calle de Madrid llovida y arrasada por el recuerdo.
TOD UND FRAU A Kathe Kollwitz En las calles de Madrid llueve, lejos, en el café La Cruz Blanca y en pleno centro de mi croquis húmedo, el cielo muerde las estatuas de los edificios, carcome el agua fuente y la punta seca sobre el papel esmerilado del retrato de la mujer blanca casi pálida del lienzo incomprensible. Pido un café y ya me pierdo, -dos de azúcar, digo- pero hay un tarro con pitillos de azúcar con el logo del café, llueve suavemente sobre las calles limpias de una ciudad que amanece, con sus luces enfiladas y sus mangueras largas, con agua fuente y barniz blando, parduzco con olor a ciénagas. Hay un silencio escrutador que amablemente digiere tus entrañas, llueve y el olor a ros...