Esta noche yacen en el fondo de la memoria de vino, exequias de lo que fui: paisajes adustos, calles solas, parques sin columpios, cervezas sin amigos, borracheras de amor que terminaron en vómito y en un a solas profundo, ciudades frías de países extraños donde buscaba tu señal o tu olor, camas de hostales con baños en el patio obscuro. Fui tantas cosas y tan poco. Fui una calle de Madrid llovida y arrasada por el recuerdo.

TOD UND FRAU




                                                                        A Kathe Kollwitz

En las calles de Madrid llueve,
lejos, en el café La Cruz Blanca y en pleno centro de mi croquis húmedo,
el cielo muerde las estatuas de los edificios,
carcome el agua fuente y la punta seca sobre el papel esmerilado
del retrato de la mujer blanca casi pálida del lienzo incomprensible.

Pido un café y ya me pierdo,
-dos de azúcar, digo-
pero hay un tarro con pitillos de azúcar con el logo del café,

llueve suavemente sobre las calles limpias de una ciudad que amanece,
con sus luces enfiladas y sus mangueras largas,
con agua fuente y barniz blando,
parduzco con olor a ciénagas.

Hay un silencio escrutador que amablemente digiere tus entrañas,
llueve y el olor a rosas se pierde tras la humedad y las luces de los coches,
que pasan sin hacer ruido,
la fuente se moja cada vez,
los transeúntes leen el periódico sentados en los banquillos de la plaza anónima,
alguien fuma un cigarrillo mientras espera, entre el jardín y la calle.

Los retratos, la exposición y una grapa,
tu mujer yace serena a la luz de vela en una habitación remota,
no hay nadie aquí, -me equivoqué, me digo-
y hay que perderse en el laberinto de cuadros para revivir,
estar sola entre memorias de mujeres solas,
con sus pinceles tristes,
con sus pinceles giratorios e insomnes,
con sus caras curtidas por la lumbre de la buhardilla fría.


Salgo sola a buscar obscuridades,
a caminar por calles anchas donde cae la lluvia,
emisaria de rostros, olores, recuerdos,
pido una grapa, todos se han ido,
-bajo la luz tenue está tu mujer blanda,
pelirroja, casi muerta-
ya no sirven torrejas dulces,
solo licores de alcanfor,
entre el silencio,

bajo la lluvia. 

Adriana Duré.


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